El COFyBCF ha realizado una encuesta de aranceles percibidos por prestadores bioquímicos en el ámbito de la Capital Federal.
La metodología de evaluación consistió en valorar en pesos argentinos a la unidad U definida en el Nomenclador Bioquímico Único de la CUBRA.
Los hallazgos nos llenan de asombro y nos hacen preguntarnos cuál es la ingeniería procedimental y financiera que permite a los laboratorios seguir funcionando. Y también, salvo excepciones, resulta difícil calificar la idoneidad de aquellos que desde los financiadores deciden finalmente los aranceles (más correctamente se trata de honorarios) que otorgan por las prestaciones bioquímicas. En Capital Federal, la excepción a este hallazgo lo constituyen las pautas arancelarias del Estado, las cuales y según estudios realizados también manifiestan un retraso significativo.
Las conjeturas que emergen son muchas, y atendiendo a que una profesión es por fuerza un servicio que debe ser bien retribuido, nos llevan a la convicción que de que algo significativo deberá hacerse para restituir el honor a tantos abnegados profesionales que a diario pueblan las historias clínicas de información cuyo valor no se aprecia hasta que falta.
Más allá de la cultura de mercado, el fruto de la dedicación profesional no puede ser tratado como un commodity. Los procedimientos en escala, posibles a favor de tanta asombrosa tecnología, no reemplazan el aporte de conocimiento útil, posible tras años sino de toda una vida dedicada al estudio y al perfeccionamiento del ejercicio.
|